
¿Derechos o Privilegios? La verdad incómoda detrás de los mal llamados Derechos Adquiridos
Por Gorka Fernández
@VascoLibertario
En el discurso político y social, conceptos como el “derecho a la vivienda” se han convertido en consignas populares, promovidas como logros de justicia social. Sin embargo, una reflexión más profunda nos revela una verdad incómoda: lo que a menudo se denomina derecho, en realidad, no es más que un privilegio que requiere la expropiación, directa o indirecta, de los recursos de otros. Este artículo explora la diferencia fundamental entre derechos y privilegios y cómo esta confusión amenaza la libertad individual.
¿Qué es un derecho genuino?
Un derecho genuino es inherente al individuo y no depende de recursos externos para su ejercicio. Los derechos fundamentales, como la libertad de expresión, el derecho a la vida o la propiedad privada, son derechos negativos: protegen a los individuos de interferencias externas, pero no obligan a terceros a actuar o a ceder recursos. Por el contrario, los llamados derechos positivos, como el “derecho a la vivienda” o el “derecho al empleo,” imponen una obligación sobre otros para que provean o financien esos bienes y servicios.
La idea de garantizar una vivienda para todos, aunque bien intencionada, conlleva una serie de problemas éticos y prácticos. Para cumplir con este supuesto derecho, el Estado debe recurrir a la coerción, ya sea para expropiar propiedades, imponer impuestos o regular el mercado inmobiliario de formas que limitan la libertad individual.
Expropiación y Uso Forzado de la Propiedad
En algunos discursos políticos recientes, se plantea la posibilidad de expropiar terrenos o propiedades de quienes no las “utilizan” de manera eficiente. Este razonamiento establece un peligroso precedente: ¿Quién decide qué es una “utilización eficiente”? Si yo tengo un apartamento con tres habitaciones y solo utilizo una, ¿puedes obligarme a alquilar las otras dos? Si alguien tiene una segunda vivienda que apenas usa, ¿puedes expropiarla porque otra persona la “necesita” más?
Este razonamiento aplicado a la vivienda podría extenderse a cualquier bien:
- Si posees un automóvil que usas solo los fines de semana, ¿pueden obligarte a compartirlo con otros durante la semana?
- Si tienes herramientas que rara vez utilizas, ¿pueden ser expropiadas para “el bien común”?
Este razonamiento parte de la envidia y el resentimiento, no de la justicia. El hecho de que alguien posea bienes no perjudica a los demás. En lugar de atacar a quienes tienen propiedades, debemos buscar formas de aumentar la oferta mediante incentivos, no coerción.
Los Efectos de Convertir Privilegios en Derechos
Cuando privilegios (como el “derecho a la vivienda”) se imponen mediante políticas coercitivas, las consecuencias son profundas y perjudiciales:
- Erosión de la Propiedad Privada:
La propiedad privada es un pilar fundamental de cualquier sociedad libre y próspera. Si permitimos que el Estado decida cómo deben utilizarse nuestras propiedades, abrimos la puerta a un control totalitario que desincentiva la inversión y el ahorro. - Desincentivo al Trabajo y la Innovación:
¿Por qué esforzarse por adquirir bienes o mejorar una propiedad si existe la posibilidad de que el Estado la expropie o la destine a otros? Este tipo de políticas crea incertidumbre y desalienta el esfuerzo individual. - Ineficiencia Económica:
El mercado libre es mucho más eficiente asignando recursos que cualquier intervención estatal. Cuando el Estado interviene para “garantizar” derechos, los recursos se redistribuyen de manera ineficiente, generando escasez y corrupción. - Conflicto Social:
Cuando los privilegios se convierten en derechos, se genera un clima de enfrentamiento. Los que deben pagar los costos (generalmente mediante impuestos o regulaciones) se enfrentan con quienes se benefician, dividiendo a la sociedad en lugar de unirla.
La Visión Libertaria: Respeto a los Derechos Genuinos
El libertarismo ofrece una alternativa basada en la libertad y la responsabilidad individual. En lugar de imponer derechos positivos que requieren la coerción de otros, aboga por un sistema en el que los derechos genuinos sean respetados y protegidos.
- Propiedad Privada como Principio Inviolable:
La propiedad privada es la base de la libertad económica. Nadie debería ser obligado a usar su propiedad de una manera determinada o a cederla por motivos políticos. Este principio no solo protege a los propietarios, sino que también incentiva la creación de riqueza y el progreso. - Soluciones Voluntarias para Problemas Sociales:
La solidaridad no debe ser el resultado de la coerción estatal, sino de la voluntad individual. En un sistema basado en la libertad, las personas y las comunidades tienen la capacidad de organizarse para resolver problemas como el acceso a la vivienda, sin necesidad de recurrir al Estado. - Mercados Libres para Vivienda:
El libre mercado ofrece soluciones más eficientes para el problema de la vivienda que cualquier intervención estatal. En mercados desregulados, los precios se ajustan a la oferta y la demanda, permitiendo que más personas accedan a viviendas a precios competitivos.
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La diferencia entre derechos y privilegios no es un simple tecnicismo; es una cuestión que define la relación entre los individuos y el Estado. Los derechos genuinos protegen nuestra libertad, mientras que los privilegios disfrazados de derechos amenazan nuestra autonomía y destruyen la base de una sociedad justa.
Defender la libertad es defender el derecho de cada individuo a poseer, utilizar y disponer de sus recursos sin interferencias coercitivas. Es hora de abandonar la idea de que el bienestar puede imponerse desde arriba y apostar por un sistema donde la prosperidad sea fruto de la libertad y la cooperación voluntaria.
Gorka Fernández
@VascoLibertario