
El Axioma de la No Agresión: Fundamentos y Aplicaciones desde una Perspectiva Libertaria
El principio libertario del axioma de la no agresión constituye el núcleo esencial de esta filosofía política. Este axioma, en su formulación más básica, establece que ningún individuo tiene el derecho de agredir a otro ni a su propiedad. En términos más elaborados, la agresión solo puede justificarse como una medida de defensa ante una amenaza cierta contra una persona o su propiedad.
El principio plantea una visión universal y absoluta de la no agresión. Mientras que en teoría puede ser aceptado ampliamente, los debates surgen al momento de aplicarlo en contextos específicos. El libertarismo considera que cualquier acción coercitiva, como los impuestos o regulaciones estatales, representa una violación de este axioma al implicar el uso de la fuerza sin consentimiento.
Además, el axioma de la no agresión subraya que las libertades individuales, como la libertad de expresión o de religión, deben estar necesariamente vinculadas al respeto por la propiedad privada. Por ejemplo, la libertad de expresión no implica que uno pueda exigir utilizar una plataforma o medio ajeno para sus ideas, ya que esto atentaría contra el derecho de propiedad del dueño de dicha plataforma.
En relación con las agresiones “pacíficas,” como el robo sin violencia o el incumplimiento contractual, el libertarismo reconoce que estos actos son también agresiones a la propiedad y justifican una respuesta defensiva o correctiva. Sin embargo, el uso de la fuerza debe ser proporcionado y defensivo, no punitivo.
El libertarismo establece límites claros para el uso de la fuerza: esta es legítima solo en defensa de la persona o su propiedad. Aplicar este axioma permite un orden social basado en la convivencia respetuosa y voluntaria, eliminando conflictos derivados del uso de la fuerza para imponer preferencias o valores subjetivos.
Finalmente, el axioma subraya que no todas las conductas inmorales o censurables justifican el uso de la fuerza. La solución libertaria a estos problemas radica en la persuasión, el diálogo y la cooperación voluntaria, priorizando la convivencia pacífica en un marco de respeto a la libertad individual y a la propiedad privada.
Fuente: Academia Libertaria