
“La teoría del valor subjetivo es fundamental para comprender cómo se determinan los precios en el mercado y cómo se asignan los recursos de manera eficiente.”
Ludwig von Mises
*Juan Carlos Camacho
De acuerdo a los marxistas la Plusvalía se refiere, y cito, “…la plusvalía es una parte de la producción que no se paga a los trabajadores” y, por tanto, es lo que le agrega el esfuerzo del obrero al emplear los recursos de capital que arriesga el empresario para, finalmente, ofrecer un bien o servicio a un precio determinado en el mercado. Esta ha sido la excusa más utilizada por el progresismo para argumentar que existe una “explotación” del empresario sobre el “proletariado” que representa el trabajador. Por supuesto que los neosocialistas aún siguen negándose a entender que el propietario de los bienes de capital arriesga su patrimonio y se ve obligado a tomar decisiones que permiten que la empresa sea rentable, crezca y se ubique de manera positiva en el mercado mientras que el operario solo realiza una labor que, obviamente, agrega “valor” al bien, pero no todo el “valor” que pretende establecer el ideario marxista.
Otro detalle es que cada uno de los operarios o empleados administrativos agrega una porción de trabajo de acuerdo a la especialidad que lo distingue, pero, y esto es importante, lo hace gracias a que un emprendedor o empresario coordinó todo ese esfuerzo para lograr que se creara un objeto o se prestara un servicio que satisface una necesidad en el mercado. Por tanto, sin la coordinación, creatividad, equipo físico, infraestructura y patrimonio económico del empresario el trabajo del operario, sin desmerecer del mismo, carecería de importancia pues, a no ser que ese trabajador emprendiera por su cuenta, no existiría un proceso y esfuerzo coordinado para llevar al mercado dichos bienes o servicios.
También hay que entender que todo ese esfuerzo coordinado depende de que, en primer lugar, el bien o servicio que se ofrece en el mercado tenga una “importancia” o satisfaga una necesidad fundamental del ser humano; por tanto, esto implica que, financieramente a los costos de producción se le agregue un porcentaje que genera un beneficio o utilidad para el que coloca el capital en riesgo siendo esto lo que determinará el precio del bien o del servicio a prestar, es decir, las unidades monetarias a las que se comercializará el mismo en el mercado. Pero no es solo el precio lo que determina el desembolso económico del bien o servicio en el mercado pues aquí intervendrá la naturaleza humana influida por una serie de elementos que incluyen aspectos como el sociológico o el psicológico, entre otros, que terminarán determinando el valor del bien.
Por tanto, y este es el otro aspecto de carácter económico que los neosocialistas se niegan a aceptar, el precio estará determinado por múltiples factores ajenos al cálculo matemático o a la planificación que ellos pretenden imponer en el modelo económico y que ha determinado el fracaso continuo de su modelo a lo largo de la historia.
Este aspecto es el Valor que se le da al bien o servicio de acuerdo a la influencia, como ya se comentó, de aspectos muy complejos que van desde el deseo hasta la cultura que conforma al individuo que busca satisfacer una necesidad y esto lo sabían y lo saben todos aquellos que conocen lo propuesto por Ludwig von Mises (1881-1973), destacado economista de la Escuela Austriaca de Economía, que afirmaba de manera clara que el valor es subjetivo e individual, y depende de la importancia que una persona le atribuye a un bien o servicio en un momento y circunstancias determinadas.
Así, por ejemplo, para una persona el asistir a un concierto de un “artista” popular que otro individuo puede considerar vulgar o mediocre tiene un valor extremadamente alto por lo que pagará un precio igual de elevado para asistir a dicho evento mientras que el último lo rechazará con asco, incluso, aunque le regalen la boleta. Lo anterior, por tanto, determinará en el mercado no solo el precio sino el valor que se otorga a un bien o servicio. Pero, incluso, el aumentar paulatinamente la posibilidad de consumir o utilizar algo de manera prolongada o hacerlo de fácil accesibilidad puede terminar haciendo que dicho valor disminuya por, en su momento, dejar de carecer de importancia a los ojos, o subjetividad, del consumidor o usuario influyendo esto en el precio del bien.
Si unimos lo anterior al hecho de que el empresario, buscando un mayor beneficio, se enfoca en lo que el mercado desde la subjetividad individual solicita implica que su esfuerzo y capital se orientará a los bienes o servicios que le reporten mayor utilidad y, probablemente, obviará aquellos que no son tan rentables o que ofrecen una mayor tasa de riesgo respecto al retorno de la inversión. En todo caso, dada la influencia notable de la naturaleza humana y de aspectos subjetivos variados y cambiantes existen múltiples alternativas que crean mercados muy amplios, como los de los productos o servicios de consumo masivo, así como también aquellos que se orientan a nichos del mercado y que se satisfacen gracias a la presencia de empresas orientadas a esos pequeños fragmentos del mercado.
Es por esto que no es la “plusvalía” o el precio fijado arbitrariamente por el estado lo que permite la fluidez en un sistema económico sino la libertad y subjetividad de los individuos que, sea por capricho o necesidad establecen que bienes o servicios han de satisfacer los mismos. Por tanto, el estado “bienintencionado y todopoderoso” que anhelan imponer por la fuerza los neosocialistas que regirá deseos y necesidades de acuerdo a un improbable cálculo económico es una perversa utopía que ha dejado un notable rastro de dolor, miseria y muerte a lo largo de la historia.
Ellos pretenden, desde una sabiduría de la soberbia, creer que deseos y necesidades mueven a la masa olvidando al individuo y a la naturaleza humana del mismo que, producto de la subjetividad, establecerá, derivado de su libertad o libre albedrío, qué bienes o servicios son necesarios para su subsistencia.
Es por esto y por una combinación de razones más, que la teoría marxista seguirá tropezando en un bucle de miseria y muerte, pues cada vez que los teóricos económicos de la izquierda pretendan imponer esta ideología junto a otra serie de ideas inconexas y acomodaticias a la sociedad estarán estrellándose con la naturaleza y subjetividad del individuo.
No olvidemos, entonces, los perversos deseos de tomar el poder por el poder mismo de aquellos que, hipócritamente en nombre del proletariado dicen luchar, y que no son más que una casta que desea apoderarse del dominio político para así terminar satisfaciendo sus ambiciones y placeres a costa de la imposición de un modelo esclavizante y uniformador, en fin, una terrible y angustiante paradoja.
Autor. Juan Carlos Camacho Castellanos
Excelente columna.